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El libro de la selva
LAURA MARTÍN MONTALBÁN, MONITORA EN EL CAMPAMENTO URBANO DE LA PARROQUIA DEL ESPINO | Este año todos estamos viviendo un "Verano Salvaje", diferente, intentando retomar la (a)normalidad, con miedos, incertidumbres, planes modificados... Por eso, en medio de todo el caos de nuestra ciudad de Madrid decidimos no camuflarnos, y dar un paso mas allá, en busca de todos los niños y niñas de nuestro barrrio que les toca pasar estas semanas tan calurosas en sus casas. Llevamos una semana, nos hemos adentrado en la selva si, pero de la mano de personajes como Baloo y Bagheera de la famosa película de "El libro de la Selva" para poner emoción, compromiso y mucha diversión e intentar remontar tantos días que llevabamos en casa sin vida social.
Nuestros pequeños lobatos lo han reconocido, los videojuegos y las videoconferencias están bien, pero ya necesitaban volver a estar con sus amigos, reirse y pasar tiempo juntos. Eso si, aunque hayamos superado la barrera del aburrimiento, la pereza, las pantallas... seguimos cuidándonos con todas las medidas de higiene unos a otros, porque sí, desde luego que los mas pequeños están demostrando ser muy responsables con nuestro nuevo uniforme que es la mascarilla, y el nuevo perfume que es el gel hidroalcoholico. Como decía la película,"no debes confundir las diferencias con debilidades", porque por muy diferente que este año se nos haya planteado el verano, de momento, las expectativas pintan muy altas. En primer lugar, porque hemos conseguido juntar personas que antes no se conocian y sobretodo crear un buen grupo en el que todos nos cuidamos. En segundo lugar, porque echábamos de menos oír risas, ver a estos niños disfrutando con lo que hacen; su ilusión jugando y su arte con las manualidades nos animan a seguir en nuestra labor. La parroquia se ha vuelto un patio de colegio y hemos conseguido devolver un poco de vida, de conversaciones, de balonazos y algún que otro manguerazo, momentos que nos demuestran que los mas pequeños necesitan seguir emocionándose, crecer con otros y cómo no, que nosotros también necesitamos de ellos, de sus ocurrencias, creatividad y cariño. Todo ello, plasmado en sus caras de agradecimiento al final de cada día, en las ranas y grullas de papiroflexia, en el escondite, los bolos, el rally, el libro de aventuras, las canciones, los bailes...
Seguiremos escribiendo nuestra historia, en medio de un verano salvaje, que será diferente pero extraordinario.