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Antonio Algora, gran persona y mejor amigo, por Julio César Rioja

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JULIO CÉSAR RIOJA | He tenido la suerte de conocer durante muchos años a Antonio Algora, Obispo emérito de Ciudad Real y responsable de la Pastoral Obrera en la Conferencia Episcopal. Una referencia para el mundo del trabajo en nuestro país y nuestra Iglesia. La HOAC, la JOC, los sindicatos y sobre todo las Hermandades del Trabajo, saben de su cercanía y sus luchas. En estos días lugar dará para hablar de su biografía, que no es cualquier cosa. Una vida intensa, comprometida y sabia, aunque creo que no suficientemente valorada. Pero yo quiero plasmar en estas letras unas palabras desde la amistad.

De Antonio recibí un mensaje desde el hospital antes de ser ingresado en la UCI, diciendo: “estoy tranquilo”, era un hombre que siempre afrontaba la vida con realismo. Durante muchos años fui delegado de Pastoral Obrera en su Diócesis y recorrimos juntos ciudades y pueblos hablando de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Como buen sociólogo, siempre me decía: “¡tranquilo!, esto es riego por goteo”. Recuerdo su homilía ante la muerte en Puertollano de los trabajadores de Repsol: “la persona siempre está por encima de los beneficios”. Su postura crítica y clara ante la injusticia, su estar al lado de los sencillos y vulnerables, le hacía ser respetado y querido por todos. ¡Ah!, los políticos tuvieron que salir por la sacristía ante el peligro de ser vapuleados, él fue acogido y acompañó a las familias.

En las visitas a nuestro barrio -vivió en nuestra comunidad Claretiana varias semanas durante la visita pastoral que realizo al Arciprestazgo-. Siempre recordaba que fue monaguillo en Calatayud con los claretianos y que le llevábamos una de las parroquias más difíciles de la Diócesis. Aparte de querer encontrarse con los sindicatos, las asociaciones de la ciudad y los enfermos, celebraba la Eucaristía con poco menos de diez personas, no solían acudir a diario muchas más a nuestra parroquia. Un día un vecino que había vivido el fusilamiento de su familia en la guerra y reconocido comunista, salió de su casa y lo abrazó, estuvieron hablando del perdón comiendo nueces en la puerta de su casa. Un pastor con olor a oveja, sin duda.

No le faltaba cierta ironía ante las situaciones políticas y eclesiales. Por coincidir, coincidimos en la celebración de los veinticinco años él como Obispo y yo como sacerdote, me dijo: “uno que ha estudiado sociología y otro periodismo no sé si tienen mucho recorrido en esta Iglesia”. Pero siempre fiel con una frase que repetía muchas veces: “Dios es buen pagador”. Cuantos primeros de mayo, encuentros de Pastoral Obrera, reuniones, celebraciones, comidas…, corriendo con el coche de un lugar a otro y comentando las jugadas. Padre mayor que también te regaña por tus impaciencias.

Terminar recordando una frase en un momento en el que yo estaba enfermo y no podía moverme. Vino a verme a mi casa y en la conversación me deslizó: “ahora no vales por lo que haces, sino por lo que eres”. Él que era práctico, avanzado en el uso de los dispositivos digitales y atento a todas las nuevas tecnologías, haciéndolo notar en su forma de hablar y pensar, tenía claro que la persona es lo primero. Serian muchas más las anécdotas, una vida no se compone sólo del currículo, sino de los momentos de encuentro. Hasta siempre querido amigo, que la Virgen del Prado y la del Pilar acompañen tú “descansar en el ministerio de la misericordia de Dios”.

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