Con un proyecto que busca restaurar parte de los bosques autóctonos de la zona de Cazale, en Haití
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‘Plan para nacer’, apoyo para la oración personal en Adviento
Arrancará el Adviento en pocos días y acogeremos con familiaridad multitud de palabras, imágenes y símbolos; píldoras de fe en tiempos de cuidados. El color morado estará presente anunciando tiempos de cambio, las lecturas de la liturgia de las horas se centrarán en la voz de los profetas, y de la corona de Adviento se irá encendiendo una vela cada domingo, haciéndonos presente la cercanía de la Navidad.
Los misioneros de Santiago a través de su equipo de pastoral (EPAP), dan pie a una iniciativa que subraya esta misma idea: el Señor viene, está viniendo y no se cansará. Comienza un tiempo de esperanza, que es una promesa y una necesidad. Un tiempo que nos invita también a nacer. Y haciendo referencia a este verbo, el EPAP ofrece unas fichas orientadas a la oración y reflexión personal, bautizadas con el nombre de ‘Plan para nacer’, hermanas de aquellos materiales ‘Plan para resucitar’ distribuidos en la Pascua del año pasado y que tan buena acogida tuvieron en distintas posiciones, también fuera de nuestras fronteras.
Es tiempo de abrir las ventanas de fuera y de dentro, para que se airee la vida y se renueve la esperanza. El P. Salvador León, autor de estas cuatro fichas, invita a “no detenerse en el plan, sino en el nacer”. Es en las acciones y no en los proyectos donde reside lo verdaderamente importante. Así, el misionero añade: “Nacer de nuevo, hacernos niños, abrirnos al otro, y a los otros. […] Es posible que de esta manera escuchemos una llamada a una fe nueva. Una fe que no anquilosa, sino que rejuvenece; que no recela, sino que confía; que no teme, sino que ama”.
Las cuatro fichas guardan entre sí un reconocible diseño y un mismo esquema, que parte de la recomendación a escoger un momento especial, preparándolo con una canción vinculada en un código QR a la propia ficha. Seguidamente una pregunta que exhorta a la oración, un texto del Evangelio, un imperativo que abra nuestros ojos a la realidad y una invitación a interiorizarla. Antes de finalizar, se nos tenderá la mano a la piedad particular y a una petición a poner nuestra espera en manos de Dios, confiando en su fuerza.