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CNPJ (2): las ponencias y las resonancias
Uno de los ingredientes importantes del Congreso Nacional de Pastoral Juvenil tenido en Valencia el pasado mes de noviembre fueron sus contenidos de reflexión. A ellos se dedicaron las mañanas del Congreso.
A lo largo de sus tres mañanas, una serie de ponencias y resonancias fueron desgranando diversos aspectos teniendo como telón de fondo la propuesta de la nueva evangelización para los jóvenes.
La mañana siguiente comenzó con una ponencia titulada “La evangelización de los jóvenes ante la <emergencia afectiva>", a cargo de Mons. José Ignacio Munilla. En ella planteó qué podía ofrecer la Iglesia a los jóvenes que, en el actual contexto cultural, vienen con algunas heridas en el corazón: narcisismo, pansexualismo, desconfianza… Toda una invitación a acercar a los más jóvenes el amor de Dios, una espiritualidad consistente, un acompañamiento cercano, experiencias de solidaridad, criterios sobre el amor humano, educación en la belleza, experiencias de comunión y el Evangelio de la confianza y el abandono. A continuación hubo dos resonancias a cargo de la Madre Prado y de Gonzalo Pérez-Boccherini, sobre los “momentos fuertes en el seguimiento de Cristo” y el “acompañamiento personal”, respectivamente.
Y la última mañana tuvo una ponencia del Cardenal Rylko, Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, sobre “La pastoral de los jóvenes ante la emergencia educativa hodierna: el magisterio de Benedicto XVI”, donde subrayó la importancia de realizar una evangelización integral y creíble en el actual contexto de crisis de la verdad, en la postmodernidad. Tras la ponencia, Rosendo Soler SDB tuvo una resonancia acerca de los “Itinerarios de formación”, en la que, como criterio de todo proceso de maduración cristiana, invitó a ir a la raíz de la fe, cuidando especialmente la centralidad de la Palabra de Dios, la oración y los sacramentos, el compromiso por las causas justas y el amor a la Iglesia.
Muchas ideas, muchas propuestas, desde las que revisar y repensar la tarea evangelizadora que estamos haciendo con los más jóvenes. De todo lo escuchado, pueden quedar dos convicciones básicas: es necesario plantear acciones específicas de anuncio, que hagan posible el “nacimiento a la fe”, sin darla por supuesta; y tras el anuncio hay que cuidar las propuestas de “crecimiento en la fe” que, teniendo en cuenta el actual contexto que viven los jóvenes, posibiliten que lleguen a personalizar la fe y vivirla como adultos, en la Iglesia, para el mundo.