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Barbastro nos hace bien…
Sí, nos hace bien. Como cuando respiras aire puro en la montaña. O bebes de una fuente natural. O te alimentas de los buenos frutos que da la tierra...
Barbastro nos hace bien. Porque nos conecta con algo genuino, auténtico, más allá de todos los montajes que ha habido y habrá. Así lo hemos experimentado en estos dos últimos años, acompañando a varios grupos de jóvenes de la Provincia y de la familia claretiana. A través del Claret-Tour, el Campamento conjunto, el Encuentro Vocacional Claretiano, el Cruzencuentro 2013 y otras iniciativas locales, más de 500 adolescentes y jóvenes de nuestras posiciones pastorales han respirado ese soplo de aire evangélico que Barbastro ofrece, y que a nadie deja indiferente. Ni a los jóvenes, ni a los que les acompañamos, ni a cualquier persona de buena voluntad que se acerque a lo que allí se ofrece.
Barbastro hace bien a los jóvenes. Porque les abre una ventana a la vida de otros jóvenes, como ellos, con sus virtudes y sus carencias, que encontraron el objetivo de su vida al descubrirse como objetivo de Dios: amar hasta el extremo –desde el amor recibido- resistiendo la tentación de tirar la toalla. Amor, fidelidad, entrega… una meta que puede asustar en estos tiempos líquidos, pero que se vuelve posible en cualquier tiempo con la fuerza de la fe, del Corazón de María y de los compañeros de camino, como lo vivieron nuestros hermanos mártires.
Barbastro hace bien a los que acompañamos a los jóvenes. Porque nos conecta con otros pastores –o “aprendices” de pastores- que supieron dar la vida sin renunciar a lo más valioso de su vida. Por eso, al acercarnos a su testimonio, podemos bendecir al Señor que “nos alienta en nuestras luchas, hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha”. A unos se les pidió dar la vida de golpe, a otros –de momento- se nos pide desgastarla cada día. Con Él, como Él y por Él.
Y Barbastro hace bien a cualquier persona de buena voluntad que ha conocido de una u otra manera su historia. A los que se han acercado al lugar, a los que han leído sus testimonios, a los que han visto la película “Un Dios prohibido”… Porque Barbastro nos centra en lo esencial: la fe en el Dios de Jesucristo, que nos abre a su Reino; el amor que es capaz hasta de perdonar a los enemigos; y la esperanza en una Vida para siempre.
En estos tiempos revueltos a la vez que desafiantes, donde podría pensarse que ya no estamos para mucho, en Barbastro tenemos el recuerdo de una bandera y de un ideal que supera lo políticamente correcto y que nos puede llevar más allá de nosotros mismos: “quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”. Porque Él nos amó primero.
En este tiempo donde la llamada a vivir “la alegría del Evangelio” y de llevarlo hasta los confines del mundo y de los corazones suena con una fuerza renovada, cuyo secreto puede estar en recuperar el ardor primero… Barbastro nos hace mucho bien.
[para ver más: www.martiresdebarbastro.org/es/barbastro-joven.html]