Son pocas las experiencias que te influyen en la vida tanto como ésta. Diez días en un pequeño pueblo de Almería compartiendo experiencias, sensaciones, vivencias y jornadas de trabajo con personas, muchas de las cuales no habíamos visto nunca antes pero que sin quererlo se hacen un hueco en tu corazón.
Todo empezó hace unos meses cuando 13 personas de diversas procedencias nos sentimos llamados a vivir parte del verano de una manera diferente a través de una experiencia organizada por Proclade Bética. Hace unos meses mucho de nosotros no habíamos oído hablar de San Isidro de Níjar ni de las Mercedarias de la Caridad que allí desarrollan su misión. Sin embargo, todos teníamos la necesidad de acercarnos a uno de nuestros hermanos que más sufre: el inmigrante.
¡Y vaya si lo conseguimos! Poco a poco aprendimos a no hablar de "nosotros los españoles" y de "ellos los inmigrantes", sino de un "todos juntos". Porque aprendimos a mirar al otro como hermano más allá de las diferencias y, lo que es más importante, a reír con los que ríen y a llorar con los que lloran.
Sin embargo, la preparación de varios meses que habíamos llevado a cabo no nos preparó lo suficiente para lo que hemos visto estos días. Un pueblo, San Isidro de Níjar que esconde una comunidad de inmigrantes que viven en situaciones extremas de pobreza y marginación, totalmente en la periferia.