Ayer le llegó la carta que le anunciaba el desahucio, no ha dicho nada a su mujer ni a sus hijos. Sin trabajo, sin la casa en la que invirtió todo, se le ocurren cosas muy extrañas. Siente vergüenza ante su propia familia…, nada que decir a sus padres y hermanos, ¡ya tienen bastante con algún que otro familiar en paro! No hay asideros, la dignidad se resquebraja, tendrá que seguir acudiendo a Cáritas, al menos asegurar la comida y la ropa, ¿pero ahora sin casa?...